INTERNET Y LA ENSEÑANZA: ¿clases virtuales para todos?
Imaginemos una escuela en las afueras de un pueblo, con una sola clase polvorienta. Un maestro sobrecargado de trabajo trata de dominar un salón lleno de niños bulliciosos. Los alumnos tienen que compartir los textos de estudio, que siempre escasean, agolpados en las filas de bancos desvencijados. Están extenuados después de haber hecho un largo recorrido para llegar a la escuela, y se oye el murmullo de hambre de sus estómagos. Otros faltan desde hace semanas, por tener que ayudar a sus padres en la zafra. Los hay quienes ya no volverán, por no tener dinero para comprar los uniformes y útiles escolares. Éste es el drama cotidiano de muchos jóvenes en el mundo en desarrollo, en busca del más valioso de los productos, la educación.
En momentos en que la economía mundial se basa más que nunca en la capacidad intelectual y la innovación, en mayor medida que en las materias primas y el trabajo manual, para generar la riqueza, una buena educación se ha convertido en el factor clave para determinar quién tendrá éxito y quién se quedará atrás. Cuando los países del mundo en desarrollo reducen sus presupuestos al extremo, cuando la educación aparece abajo en la lista de prioridades de los gastos de algunos gobiernos, las apuestas parecen ser desfavorables a estos objetivos. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) considera que en los próximos 30 años será necesario educar a más personas que en toda la historia anterior.
Las estadísticas correspondientes a 1995 son elocuentes acerca del triste efecto que tiene en la población pobre la desatención en materia de educación. Si el 70% de los niños en los países de bajos recursos participaban en la enseñanza primaria, la tasa de escolaridad para la enseñanza secundaria sólo representaba el 17%. Comparativamente, en los países industrializados la tasa de escolaridad, tanto en la enseñanza primaria como secundaria, se acercaba al 100%. El deterioro continúa en la enseñanza superior, donde sólo el 6% de los estudiantes en los países de bajos recursos prosigue su formación, en comparación con el 57% en el mundo industrializado. ¿Cuál es el resultado? Son generaciones enteras de niños y jóvenes a los que se niega el beneficio de una enseñanza directa y están condenados a la pobreza si la enseñanza convencional sigue siendo la única vía para impartir el conocimiento y la especialización.
Una de las formas con las que los gobiernos han tratado de ampliar las oportunidades educativas al mayor número posible de personas sin aumentar excesivamente los costos es a través de la enseñanza a distancia. La enseñanza a distancia ha probado ser una solución atrayente para los que viven demasiado lejos de las escuelas o universidades, están demasiado ocupados en sus casas como para frecuentar las escuelas de manera regular o son demasiado pobres para pagar los cursos.
Con el surgimiento de Internet, la experiencia de la enseñanza a distancia se ha transformado completamente. Antes la enseñanza a distancia era esencialmente una experiencia aislada, en que el estudiante se enfrentaba a una cantidad enorme de materiales de estudio enviados por correo, con contactos esporádicos y rígidos con un instructor tan lejano como de difícil acceso. En este tipo de entorno, no solamente el estudiante debía superar una serie de dificultades para ponerse en contacto con el instructor, sino que además debía esperar prolongados periodos de tiempo entre el envío de su pregunta y la recepción de la respuesta. Además, la interacción se limitaba a la relación individual entre el estudiante y su instructor, ya que no existía ningún tipo de comunicación de los estudiantes entre sí.
Por el contrario, Internet constituye una clase virtual cuya esencia es la interactividad intensa y la compartición de los recursos y la información. No queremos decir con esto que no hayan existido clases virtuales incluso antes de surgir Internet. Desde hace algunos años, un cierto número de instituciones de enseñanza se han esforzado por desarrollar y sostener programas de enseñanza a distancia concebidos para los sistemas de teleconferencia. Pero los costos extremadamente altos del servicio han limitado su expansión. Para la mayoría de los países en desarrollo, la tecnología estaba muy lejos de su alcance. Algunos pocos fueron capaces de aplicar el sistema de manera limitada, para un grupo selecto. Además, la necesidad de una presencia en tiempo real hacía que el sistema fuese bastante rígido y no muy apropiado en momentos en que es fundamental la flexibilidad en los horarios de la enseñanza.
Los responsables de la educación en países como el Canadá, los Estados Unidos, Francia, Alemania e Italia ya han formulado compromisos para conectar todos o la mayoría de sus centros de enseñanza a Internet.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones, por intermedio de su Oficina de Desarrollo de las Telecomunicaciones y en colaboración con la UNESCO, también ha participado en diversos proyectos de enseñanza a distancia. Uno de los objetivos de estos proyectos es abordar un fenómeno bastante común en el mundo en desarrollo, el de los maestros con muchos años de ejercicio de la profesión, incluso decenios, pero cuyas cualificaciones se han afectado por el hecho de tener que enfrentarse a sus tareas sin ayuda. La enseñanza a distancia y la utilización de Internet ofrece grandes oportunidades para mejorar la calidad de la profesión docente y, por consiguiente, la enseñanza.
Es tal vez a nivel de la enseñanza superior que resulta más eficaz la utilización de Internet. La obtención de un título universitario a través de la enseñanza a distancia es ya una práctica establecida, cuyo ejemplo más célebre sea quizás el de la Open University del Reino Unido, que cuenta con más de 200 000 estudiantes. En México, el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) ha creado una Universidad Virtual cuyos cursos comenzaron a dictarse por satélite en 1997 y que ahora avanza hacia la instrucción basada en Internet.
La educación por Internet sigue enfrentando obstáculos considerables en muchos lugares del mundo en desarrollo, en primer lugar debido al estado precario de la infraestructura interna de telecomunicaciones y los elevados costos por concepto de servicios telefónicos y acceso a Internet. Los educadores también tienen ante sí el desafío de elaborar y suministrar materiales didácticos adecuados, adaptados a Internet. La mayoría de los materiales didácticos disponibles actualmente en línea fueron concebidos en Europa o en América del Norte, por lo que no son del todo adecuados para su uso por estudiantes de otros países. Pero el hecho que muchas universidades estén adaptando sus actuales programas de enseñanza a distancia a las técnicas de Internet demuestra sus posibilidades como un instrumento para la expansión de las oportunidades educativas. Gracias al fuerte apoyo de los sectores público y privado, la educación por Internet puede contribuir a combatir una de las mayores amenazas que enfrenta hoy el mundo en desarrollo, la de las carencias educativas.
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on sábado, octubre 29, 2011
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