"Desde la ventana de su cuarto en el segundo piso Oliveira veía el patio con la fuente, el chorrito de agua, la rayuela del 8, los tres árboles que daban sombra al cantero del malvones y césped, y la altísima tapia que le ocultaba las casas de la calle. (...) Por la noche la rayuela tenía como una débil fosforescencia y a Oliveira le gustaba mirarla desde la ventana. (...)
Talita alzó la cabeza y vio a Oliveira en la ventana. Tardó en reconocerlo, y se balanceaba en una pierna, como sosteniéndose en el aire con las manos. Mirándola con un desencanto irónico, Oliveira reconoció su error, vio que el rosa no era rosa, que Talita llevaba una blusa de un gris ceniciento y una pollera probablemente blanca. Todo se (por así decirlo) explicaba: Talita había entrado y vuelto a salir, atraída por la rayuela, y esa ruptura de un segundo entre el pasaje y la reaparición había bastado para engañarlo como aquella otra noche en la proa del barco, como a lo mejor tantas otras noches. Contesto apenas al ademán de Talita, que ahora bajaba la cabeza concentrándose, calculaba, y el tejo salía con fuerza de la segunda casilla y entraba en la tercera, enderezándose, echando a rodar de perfil, saliéndose de la rayuela, una o dos baldosas fuera de la rayuela.
— Tenés que entrenarte más -dijo Oliveira- si le querés ganar al 8.
—¿Qué hacés ahí?
— Calor. Guardia a las once y media. Correspondencia.
— Ah -dijo Talita-. Qué noche.
— Tenés que entrenarte más -dijo Oliveira- si le querés ganar al 8.
—¿Qué hacés ahí?
— Calor. Guardia a las once y media. Correspondencia.
— Ah -dijo Talita-. Qué noche.
- Mágica -dijo Oliveira, y Talita se rió brevemente antes de desaparecer bajo la puerta".
This entry was posted
on sábado, octubre 01, 2011
and is filed under
FRAGMENTOS DE GRANDES OBRAS LITERARIAS
.
You can leave a response
and follow any responses to this entry through the
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
.